Digital vino a transformar muchos de los procesos que teníamos en marketing. Hubo grandes avances.
Nos permitió conocer a nuestros grupos objetivos como jamás lo habíamos hecho y por ende pudimos segmentar de una manera mucho más eficiente. Pudimos entregar contenidos buscando relaciones y no solo awareness. Logramos cambiar el marketing de ser invasivo a ser atractivo. Explotamos formatos como jamás se había hecho: gráficos, animados, videos, realidad virtual, aumentada. Creamos una fantasía… un parque de juegos.
Pero por desgracia, una vez más, la ambición comenzó a tragarse todo.
La estúpida adicción a los números
Cuando vimos que digital nos permitía medir absolutamente todo, nos volvimos esclavos de los números y en vez de crear videos que de verdad conectaran con la audiencia, nos enfocamos en empujar más views. En vez de generar un marketing de contenidos útil para nuestros seguidores, nos dedicamos a llenar la web basándonos solo en keywords, compitiendo por ellas y haciendo ricas a compañías de SEO y SEM.
Y cuando las redes sociales nos ofrecieron posibilidades infinitas de segmentación, en vez de desarrollar piezas que generaran engagement, nos avocamos a pagarles a los gigantes del social media para que nuestros contenidos mediocres fueran vistos por más y más ojos, a fin de lograr clicks y likes.
Nos olvidamos de nuestra audiencia y por ende de nuestros clientes. Nos volvimos esclavos de los números. ¿Por qué?
La respuesta es simple. Porque es más fácil como «expertos», como «agencias» y como «profesionales del marketing», enseñar hojas de datos llenas de números inflados, que justificar por qué nuestras acciones están despertando verdaderas conexiones y más lealtad.
Los números se pueden comprar. Y torpemente le llamamos a eso engagement. Engagement que significa compromiso, enganche, vinculación… Y digo torpemente porque lo único que estamos midiendo son ojos que nos ven pero no les importamos, clicks que ganamos a base de billetes, suscriptores que nunca convierten, anuncios que a nadie le importan.
Nos hicimos expertos en ser molestos, invasivos e intrascendentes.
Pero espera… ¿que no veníamos de allí?; ¿no dijimos que digital nos había abierto la puerta para volvernos relevantes?, ¿para segmentar mejor y crear conexiones auténticas? Sí… allí comenzamos; pero en algún punto, nos convertimos en aquello que habíamos jurado erradicar.
Ahora hay click zero… porque Google se ha adueñado de los primeros contenidos de la SERP. Ahora hay alcance orgánico cero (o prácticamente cero) en redes sociales, porque Facebook quiere tus dólares para ponerte delante de más ojos. Ahora las tasas de apertura y clicks en el e-mail marketing caen día con día, porque abusamos de la herramienta y llenamos de spam los correos de nuestros usuarios. Nuevamente… la ambición dio al traste con todo.
Una mejor forma de hacer marketing
Y sin embargo, hay una manera de hacer mejor marketing y es simple: hacer mejores cosas para hacer mejor las cosas.
El problema es que a las marcas no les gusta eso… porque es marketing basado verdaderamente en lo que busca nuestro usuario. Es marketing pensado en mejorar la industria… ¿y por qué no? marketing pensado también en mejorar el mundo…
Hay una mejor forma de hacer marketing. Una basada más en lo que dicen nuestros clientes reales y NO en los números de hojas de cálculo.
¿No es importante la data? Sí. Por supuesto que sí. Pero permitir a la data matar a la expresión de tus propios clientes es empinarte la cicuta.
Haz un marketing que de verdad inspire a tu audiencia y los números crecerán solos… Deja de inflarlos a base de dinero. Invertir en publicidad para un mal contenido, producto o servicio es como poner más sillas para que la gente vea un mal show.
Hay una mejora manera de hacer marketing. La que pasa por hacer videos útiles o verdaderamente entretenidos y distintos para nuestras audiencias… La que pasa por crear contenidos no para mostrar una tonga de banners, sino para crear conexiones, emociones y lealtad. La que pasa por hacer un e-mail marketing con bases orgánicas y con envíos relevantes. La que pasa por entender que único y diferente es diez veces mejor que «yo también lo hago».
La verdad está allá afuera
La pregunta es si tenemos el valor de hacer ese marketing.
Marketing que inspire.
Marketing pensado en usuario.
Marketing que nos haga ser y hacer una mejor marca. Marcas humanas o marcas con propósito.
Hay una mejor forma de hacer marketing.
¿Tenemos ese coraje o simplemente nos seguiremos conformando con ser esclavos de los números?
La respuesta está de tu lado.