Los devotos de éxitos de librería como The Hunger Games esperan con ansias las adaptaciones cinematográficas para poder ver en una pantalla gigante el mundo que llevan meses (o años) imaginando. Estos fanáticos consumirán cualquier información o medio que les permita habitar en el mundo fantástico de los libros que tanto admiran.
Lionsgate, la compañía productora de las películas basadas en la trilogía de Suzzane Collins aprovechó esta situación para promover la primera cinta, con un presupuesto mucho menor al que se usa normalmente en Hollywood para estos fines. En su estreno, The Hunger Games recaudó casi 153 millones de dólares en Estados Unidos, y lo logró sin usar las caras herramientas que suelen usar los estudios para tener presencia en las redes sociales.
La estrategia seguida por productoras más grandes que Lionsgate suele ser proporcionar fotos o juegos simples relacionados con la película y esperar que los fans los compartan por semanas y meses. Para lograrlo, también pagan hasta un dólar por «like» en Facebook o por menciones en Twitter. En el caso de The Hunger Games, sin embargo, se crearon contenidos basados en el universo ficticio de los libros, como un tour por la capital Panem, disponible en Facebook, Twitter y You Tube. No se trataba de un trailer de la película, sino una extensión de la creación de Collins, y un producto que todos entusiastas de los libros consumieron con emoción.
Este modelo podría cambiar la forma en la que se hacen las cosas en Hollywood, ya que puede resultar mucho más barato y, como confirma la taquilla, también muy efectivo.