Kevin Roberts definió el concepto Lovemarks como aquellas marcas a las que les somos leales más allá de nuestra razón. Sin embargo, hay que decirlo, cada uno de nosotros no posee más de 3 o quizás 4 lovemarks… específicamente lo hacemos en los productos que en verdad nos interesan, pero ¿en el resto? En el resto, hay que decirlo, nos importa un rábano y decidimos mediante una combinación de precio, calidad, performance, prestigio y placer… Sí leyó bien… placer.
Para muestra de ese tipo de experiencias vivenciales que persuaden, este gráfico en una campaña antitabaco, que al menos en su primer contacto con el espectador se aleja de todo lo que hemos visto e interactua muy bien, obligándole a tocar y desenrollar el anuncio para ver su interior. El gran problema de la pieza viene cuando uno se enfrenta al mensaje interno que viene a ser la misma aburrida advertencia que nunca ha funcionado. No obstante hay que rescatar el brillante «approach» que tiene inicialmente el diseño. ¿Cuántos de ustedes no lo desenrollarían por el simple placer de la experiencia?
Así funciona hoy la publicidad… Vivencial. Todo lo demás, lo tradicional, masivo y soporífero, está muerto. [tti link=» Twittea esta frase»]La publicidad de hoy: Vivencial. Todo lo demás, lo tradicional, masivo y soporífero, está muerto[/tti]