Ray Bradbury tenía una relación complicada con la tecnología… y aún así, quien lea su obra podrá percibir el aroma de muchos gadgets, inexistentes en su época pero presentes hoy en nuestro día a día al amparo geek de firmas como Sony, Apple, Google o Facebook. Demos una breve mirada.
El escritor, que falleció a los 91 años el pasado martes, es conocido por libros clásicos como Farenheit 451 y Crónicas Marcianas , donde pintó un futuro en el que las máquinas impedían la conexión humana. Pero en el proceso imaginó muchas tecnologías que usamos para comunicarnos en la actualidad.
Los audífonos que usan en el mundo del bombero Montag, en Farenheit 451 todo el día me recuerdan a los dispositivos de Bluetooth y manos libres que usa la gente por las calles, y que a veces me hacen pensar que vivo en un mundo donde nuestro interlocutor es cada día más invisible. Y qué decir del muro en el que los «amigos» de su esposa le escriben todos los días (¿les suena la red social Facebook?) o la pantalla gigante donde observaba historias y personajes (¿televisiones de plasma y HD?)
En el mundo de la novela los libros estaban prohibidos y solo unas cuantas personas los tenían o recordaban. Esto nos da una idea de la opinión del autor sobre el iPad, Kindle y demás e-readers. Para Bradbury «Los e-books huelen a combustible quemado» y eran una amenaza para los libros físicos que con tanto cariño conservaron sus personajes.
En otras de sus historias alertó sobre la excesiva vigilancia gubernamental, la cobertura mediática sensacionalista y hasta creó un auto que se manejaba solo, no muy distinto al nuevo prototipo de Google. No sé si alguien le preguntó en vida su opinión acerca del Project Glass pero sospecho que la idea no le habría encantado.
Al igual que Bradbury, otros escritores fantásticos o de ciencia ficción se han adelantado a su época, gracias a su capacidad de mirar el mundo como podría ser y de dotar a sus personajes con las herramientas para vivir aventuras que, aunque los alejen de nuestro planeta, nos hablan de nuestra humanidad.
Años después, son otros genios como Steve Jobs los que aterrizan de nuevo esas naves.
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