Es curioso ver cómo actualmente muchos diseñadores y clientes incluso, creen que un programa de identidad corporativa se limita a un logotipo que se repite sin gracia en una hoja, un sobre y una tarjeta. Para ello, no es necesario un diseñador.
Un programa de identidad corporativa requiere creatividad, ingenio, sorpresa. Repetir el logo en la misma posición a lo largo de una papelería, habla de un profesional muy pobre. La identidad corporativa puede extenderse hasta a aquello que parece no puede ser brandeable.
Aquí algunos ejemplos.
El primero de ellos, para World Television, muestra cómo un mismo concepto gráfico, a través de sutiles ajustes de color y forma, pero manteniendo la misma esencia, logra un programa de imagen en unidad. En cuanto a las aplicaciones, destaca el uso en negativo para el reverso de sobres y tarjetas y el uso en el CD donde la forma es idónea para explotar.
El segundo, para el Easy Bistro, podría parecer simple, sin embargo veáse la aplicación armada con azulejos en el piso del lugar y el uso impecable de color, todo en blanco y negro.
Finalmente, el tercero no es propiamente una identidad corporativa pero es una muestra extraordinaria de cómo transformar objetos comunes en material brandeable. ¿No sería exquisita una vajilla así en una cafetería universitaria, una biblioteca o incluso una oficina si se le grabara el logotipo de la empresa?
La próxima vez que se hable de Identidad Corporativa, procure que se haga con respeto.
Por cierto, la vajilla se vende en Fishs Eddy.