No me malentiendan… en algún recóndito sitio de mi corazón, hay una vela a punto de consumirse y que sin embargo se sostiene a pesar de las muchas ventiscas; una candela esperanzada en que el país puede lograr una mejoría gracias a algún buen político. ¿Qué quieren? Siempre he sido un soñador.
No obstante, lo que vi en televisión el fin de semana hizo que la débil llama de esa vela, casi se extinguiera: El inicio de un proyecto llamado «Diarios de Campaña» y que seguramente la agencia que lo realizó, lo vendió en muchos, muchos pesos.
El spot para colmo se transmitió en el climax de uno de los programas de mayor rating nacional, «pero qué digo, eso no era un spot; era una cápsula completa» donde Roberto Madrazo, candidato del partido que «gobernó» México ¡por más de 70 años! aparece sentado en un sofá al lado de su esposa.
En un cuadro que no era miel, sino cajeta con azucar y chispas de chocolate, Madrazo le cuenta sus emociones en el evento de arranque de campaña realizado en Ecatepec. La esposa le responde que le hubiera gustado acompañarle, pero que no pudo por su estado de salud (situación verdadera).
Madrazo prosigue, y su mirada se eleva; imágenes de su padre y madre aparecen y el diálogo prosigue en un río de idealismo que cualquier cinta de Rocky o Karate Kid envidiaría; y por encima de ello, Roberto clama que todo eso se lo hizo sentir la mirada de un niño en el mítin… y que por cosas así es que vale la pena su lucha.
¡Necesito un trago, por Dios!
Prometo no escribir mucho de política, pues este pedacito de blogosfera está destinado a otro tema. Además no voy a proclamarme por partido alguno; hoy vivimos en una democracia, cada quien es libre de tener su propia ideología y votar por la opción que considere mejor para su país; pero lo que lamento profundamente es que los mercadólogos y publicistas nos prestemos a realizar este estilo de anuncios de corte burdamente sentimentaloide que tal vez pudiera emplearse para un producto o servicio, pero ¿para un candidato?
Y ahí esta aún mi pequeña vela… con su llamita pugnando por no extinguirse, aunque para ser franco, las ventiscas, gracias a este tipo de propaganda, se están convirtiendo hoy en huracanes.