Para el marketing, mostrar los beneficios de un producto, interactuando con el mismo al tiempo que se consume, es una idea genial; no siempre fácil de resolver, pero genial sin duda.
Se trata de una botella de agua donde el reverso de la etiqueta muestra a una mujer en bikini. Cuando la botella está llena, el agua distorsiona la imagen y la hace ver «gorda», sin embargo, cuando el usuario ha bebido el líquido, la imagen se muestra perfecta y esbelta. La connotación es obvia: los beneficios de beber este producto te hacen lucir así. Si hablamos de retórica diríamos que es una simple metonimia de causa-efecto.
Como mencioné al inicio, se agradece la innovación, sin embargo veo dos puntos en contra. El primero es el ético, ya que ningún producto te hace ver bien por el simple hecho de utilizarlo; la apariencia es una cuestión integral y de largo plazo (lo siento por todos los productos que aparecen en infomerciales). El segundo punto en contra radica en utilizar una imagen «gorda» cuando el producto está en anaquel, sobre todo cuando se venden beneficios exactamente contrarios.
No obstante estas dos apreciaciones, el experimento es válido y preferible a todas esas marcas que simplemente hacen lo mismo una y otra vez y nos entregan aburridos productos que solo retacan los anaqueles pero no proporcionan valor añadido.