La noche del 27 de noviembre, en el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, tuvo lugar el lanzamiento de la nueva imagen corporativa de Mexicana… un elegante desperdicio. Permítanme explicarme:
Como diseño es sobrio, elegante, estético y funcional, (aunque no me convenza del todo la tipografía). El problema es que, tristemente, es muy internacional. Sí, lo que podría parecer una virtud es su peor falta. Mexicana es de las pocas marcas que en sí misma tenían descriptivo, historia, pertenencia, riqueza; y en vez de explotar esa enorme ventaja diferencial sostenible, optaron por hacer una imagen igual a otras cien imágenes de la aldea global. Piénsenlo, con este bonito diseño se pudo haber llamado Destina, SkyGlobe, BlueFlight o Altos Vuelos y se seguiría viendo igual de bien, igual de funcional, igual de igual.
Mexicana, el nombre habla de color, de alegría, de historia, es una denominación que sabe a fiesta a vida, a luz y calor. Es un distintivo en un mercado global; algo que muy pocos llegan a tener. Pues bien, sin importar esto, los diseñadores simplemente hicieron a un lado todo este bagaje y diseñaron una bella forma muy globalizada.
Es un claro ejemplo de lo que sucede cuando el diseño y el marketing no están hermanados. ¿Por qué desperdiciar el valor fundamental de mi marca, mi ventaja diferencial, mi categoría? Es una pregunta que no halla aún respuesta ni en la tierra ni en las nubes.