Este anuncio llegó a las páginas de los periódicos en Estados Unidos la semana pasada. No tardó en convertirse también en un viral.
La cuestión es simple: aprovecharse del problema de drogadicción y alcoholismo de Lindsay Lohan para publicitar una clínica de rehabilitación.
La acción consistió en publicar el anuncio con la cabeza: ¡No te mueras Lindsay! (obviamente sin citar el apellido). Debajo de ello, en el cuerpo, se explicaba que el Instituto Canterburry, responsable de la publicación, era una institución que garantizaba la cura deadicciones con un tratamiento de tres días.
Dejando de lado la situación de que parece bastante torpe o ingenuo creer que alguna clínica pueda librar a una persona de sus adicciones con un tratamiento de tan sólo tres jornadas, la acción de usar el nombre podría ser clasificada como baja y abusiva. No obstante, el Canterburry Institute decidió jugársela. El resultado puede ser contraproducente o efectivo, eso lo decidirá el público norteamericano.
Lo que llama la atención es el hecho, cada vez más frecuente de utilizar el nombre o apellido de una celebridad para hacerse promoción a costa de ella sin pagar un centavo de regalías. Se trata de un debate creatividad vs ética, una diatriba que baila en el filo de la navaja de la legalidad y el buen gusto. La decisión es de ustedes.