Su presentación en Facebook dice: «Distroller es la única marca en el mercado que ofrece una amplia línea de productos que curan y abrillantan el alma de un público de 0 a 130 años.» Una presentación adhoc para la empresa que ha hecho popular el Virgencita plis.
Es verdad que muchos católicos de línea dura podrían criticar la acción, sin embargo, también es cierto que muchísimos han encontrado en la Virgencita de Distroller, un ícono cotidiano de su fe, un simpático eslabón que los une a la Virgen de Guadalupe en una nación que, dicho popularmente, es guadalupana antes que católica.
Por supuesto que la enorme aceptación de estos diseños en el mercado, no puede desperdiciarse y es casi una obligación, el generar otros desarrollos de marketing… la diversificación de la línea se vuelve un «must.» Por esta razón no es de extrañarse que ahora desde el mismo site de Distroller, uno pueda enviar postales electrónicas a sus conocidos, que incluyan deseos típicos que se le piden a Dios y a los santos como «un milagrito, un novio o incluso, más lana.»
Distroller ha logrado además, un punto de conexión sensacional con los jóvenes, quienes la siguen ahora en las redes sociales, desde Facebook y Twitter.
El gran reto para Distroller es controlar su marca, y pese a que muchos dirán que la batalla principal es luchar a fondo contra la piratería, mi consejo sería innovar, innovar e innovar… No podrá evitar que la copien, pero al menos les costará mucho seguirle el paso, y así asegurará la permanencia de su negocio en el mercado y que le siga dejando muchos cientos de mil-agros.
Un buen ejemplo de lo que Seth Godin, el genial mercadólogo denomina en su libro, La Vaca Púrpura, como OTAKU: un algo que es más que un hobby y menos que una obsesión. [tti link=» Twittea esta frase»]OTAKU: un algo que es más que un hobby y menos que una obsesión: Seth Godin[/tti] y que por ende se convierte, en un fenómeno de marketing.