Tras la ominosa derrota 0-2 de la Selección Mexicana me encontré con una ironía de la vida: un anuncio con la playera de la selección que me pregunta qué siento por ella… ¿La verdad?
Estoy plenamente seguro que Martí y ADIDAS, quienes pagaron por este anuncio de prensa publicado hoy, jamás pensaron que la escuadra verde sería tan ineficiente el día de ayer en el campo de soccer… o no hubieran hecho esta inserción un día después.
Por desgracia para México, el fútbol es una religión y aunque hoy haya mucho dolor, la próxima vez que gane el equipo, la gente volverá a sentirse eufórica y a creer que podemos derrotar al mismísimo Brasil… triste pero real.
Como fenómeno mercadológico es interesantísimo pues es uno de los pocos productos cuyo performance no importa para el consumidor; puede ser pésimo, como el día de ayer, y su merchandising se seguirán vendiendo; puede causarnos hasta vergüenza y los jugadores seguirán siendo llamados a grabar comerciales… es decir, la Selección Mexicana, como marca, es lo más rentable que existe, no hay que generarle valor añadido, no hay que dar garantías, no hay que tener programas de Responsabilidad Social, no tiene competencia, vamos, ni siquiera productos sustitutos, no tiene barreras de entrada en el mercado, no tiene ciclo de producto… es decir, no hay que preocuparse de nada.
Como mercadólogo es la marca más deseada… como mexicano, con una pizca de conciencia, es terriblemente deprimente. Recuerdo que mi padre, cuando éramos niños, nos decía: «Estudia, es tu única obligación…», sin embargo, hoy me pregunto, ¿Y la única obligación de un futbolista no es jugar?
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