Cualquiera, a primera vista, diría que este anuncio de Starbucks es plano y no responde ante la necesidad imperiosa de luchar contra el posicionamiento de «caro» y la batalla contra quien inesperadamente se ha vuelto un rival, McDonald’s; sin embargo, hay que ver más de cerca.
• Cuidado con las tazas baratas de café, porque tienen su precio.
• No es sólo café, es Starbucks.
La primera de ellas apela directamente al raciocinio respecto de que un producto caro siempre es mejor (no es una verdad pero en la mente de los consumidores así funciona). Hasta aquí podría ser simplemente un buen anuncio; sin embargo, la clave está en la segunda frase, curiosamente la más reducida en tipografía, en ella, la marca de la sirena, apela directamente a su posicionamiento básico: ¿Qué es Starbucks? Café.
En ese contexto intentan elevar su marca a adueñarse del genérico, tal cual sucede con Coca-Cola, Bimbo o Kleenex, quienes se han adueñado de sus respectivas categorías: refrescos de cola, pan de caja o pañuelos desechables. El intento de Starbucks es brillante porque busca hacer pensar que para la experiencia de ir a tomar café, la única opción es Starbucks.
La campaña está teledirigida obviamente a enfrentar el rápido crecimiento de McDonald’s en el sector. Muchos dirán que Starbucks lleva la ventaja por su posicionamiento natural ya que McDonald’s está posicionado como hamburguesas… así sería, de no ser porque los estrategas de la casa de los arcos dorados, hicieron un movimiento de campeones de ajedrez: separaron la venta de café de sus restaurantes, generando pequeñas islas especializadas llamadas McCafé, que entran al tú por tú en el mercado de las coffee shops.
Aunque estos colosos se han enfrascado en esta nueva batalla, la verdad es que hay mercado para ambos porque Starbucks debería apelar más a la experiencia dentro de sus tiendas, las de aire intelectual pero desenfadado. McDonald’s por su parte tendría la enorme ventaja de poder dar batalla en una estrategia de precio y posee un aire mucho más informal y juvenil.
De modo que en vez de entrar a una guerra directa en donde a veces se suele derramar mucho dinero, sería mejor que se convirtieran en «enemigos complementarios», en donde los dos salieran ganando. Veremos cómo evoluciona este nuevo enfrentamiento de deliciosos aromas donde los consumidores seguramente saldremos ganando.