¿Usted es todavía de los que cree que los discursos, las acciones políticas y la trayectoria de los candidatos es lo que define una elección? Tal vez le convenga leer unas cuantas líneas… podría descubrir la gran influencia del marketing en eso que solemos llamar democracia.
Una gran referencia del tema la puede hallar en uno de los mejores libros que puede leer sobre política y persuasión: El Príncipe, de Maquiavelo. El secreto está en manejar con eficacia al ciudadano común para que «libremente» vote a su favor. Aquí no hay cabida para las trayectorias políticas o los discursos retóricos… hay lugar para lo emotivo, para lo emocional, para la empatía. Obama lo sabía muy bien ¿Qué esperanza tenía de ganar la presidencia un candidato afroamericano que encima de todo tenía un nombre de connotación musulamana (Barack Hussein Obama)?
Vance Packard en su extraordinario libro, Las Formas Ocultas de la Propaganda, había señalado desde mediados de siglo pasado que el elector puede cambiar su decisión por razones nimias… como no agradarle la esposa del candidato; Y yo agregaría, en el caso específico de México, justo lo contrario.
Nadie sabe con exactitud si el Lic. Peña Nieto puede ser una buena opción o no como Presidente del país… sin embargo, pensemos en el extraordinario trabajo de marketing-político que han hecho con él. Desde su impecable imagen, los compromisos notariados, las campañas televisivas y si, también la boda de telenovela en un país donde la gente ama estas historias. En realidad, debo decir, que él, como candidato al 2012, sin hacer aún campaña presidencial, ha hecho una campaña de marketing sin parangón y me atrevo a decir, no tendrá mucha competencia en sus aspiraciones.
El mismo Vance Packard también menciona que el Presidente perfecto no se consagra a base de sus grandes enunciados, sino que se engrandece en nuestras mentes a causa de su personalidad.
Finalmente y como colofón de este brevísimo análisis voy a contarles una anécdota personal, y es que yo conocí a Angélica Rivera hace ya muchos años, cuando ella era una super estrella de telenovelas, justo tras su éxito en «La Dueña», la producción de más alto rating ese año. Fue durante la premier de la cinta ID4 para la que un amigo periodista me había cedido su pase. Me hallaba yo comprando refrescos y palomitas en la dulcería antes de iniciar la función y una vez que mi orden estuvo completa, tomé mi charola y me giré 180 grados para ir hacia la sala… y allí estaba, ella era justo la persona detrás de mí en la fila. Por supuesto está que como marketer y publicista decidí hacer un comentario ingenioso, por lo que abrí la boca y le dije… le dije… pues la verdad no dije nada y me quedé simplemente inmóvil. Ella simplemente sonrió de forma amable como a cualquiera de sus fans, y sí, como dice la canción de Queen, yo fui simplemente «another one that bites the dust.» De modo que sin articular palabra y tras unos segundos parado como verdadero idiota, me retiré hacia la sala.
Estoy seguro que el elenco de Glee nunca podría verse tan loser, y sin embargo, al día de hoy aún recuerdo el suceso con una sonrisa. Sobre todo porque algún día, muy probablemente les cuente a mis hijos que yo me topé en el cine con la mismísima Primera Dama de este país… y no pude decir nada. Vamos, no digan que no les hubiera pasado lo mismo.