Para diseñadores recién egresados y para los que tienen años de experiencia, sigue siendo un problema decidir cómo cobrar por sus creaciones. ¿Es realmente justo cobrar una idea por el tiempo que se tarda en ejecutarla?
Cobrar por tiempo tiene sentido, porque muchas veces no se sabe cuánto se tardará en terminar un trabajo. Al facturar las horas que se toma, el diseñador se asegura de que no acabará obteniendo menos de lo que trabajó.
Por otro lado ¿podemos decir realmente que una idea que surgió rápidamente vale menos que una que tomó más tiempo en madurar? A la mayoría de los clientes no les importa cuánto se tarde el diseñador, sino que el resultado resuelva el problema. Esta visión cobra por resultados y rendimiento, no por tiempo.
Un caso que que ejemplifica esto, es el de Paul Rand, responsable del logo NeXT para Apple. Cuando Steve Jobs le pidió varias opciones, Rand contestó:
«Voy a resolver tu problema, y me vas a pagar por ello. No tienes que usar mi solución. Si quieres opciones, pídeselas a otras personas; yo voy a resolver tu problema lo mejor que pueda. Tú puedes usar mi solución o no, pero me vas a pagar por ella. Eres el cliente.»
En conclusión, lo mejor sería tener en cuenta tanto el tiempo como el valor de las ideas, y saber que aún así no se trata de una fórmula universal pues no habrá una solución que funcione para todos.