Cada día son más las celebridades que se aventuran a lanzar alguna marca al mercado, llámese ropa, perfume, bebida… y un largo etcétera. Alguna vez alguien me preguntó si cuando lo hacen, intervienen ellos en el diseño del producto. La respuesta es «a veces» y ese «a veces» suele ser más como hobbie que a nivel profesional.
La aparición de «estrellas» en alguna marca suele ser principalmente como respaldo, para generar un fenómeno al que yo llamo «compra por emulación». Millardos de consumidores sueñan con lucir el cuerpo de Scarlett Johansson u oler como Penélope Cruz (por decir lo menos). Conscientemente nadie lo creería, pero este tipo de publicidad afecta nuestra personalidad más abajo, en lo que Freud llamaba el «id», donde residen nuestros instintos más básicos y el deseo por el placer.
¿Que si es redituable?
Para muestra la colección Topshop de Kate Moss, la super modelo famosa por sus problemas de delgadez al inicio de su carrera y su afán por aparecer desnuda; ¿alguien puede olvidar su publicidad para Calvin Klein?
De acuerdo con la información del site, sobrecargado de marketing por emulación, la colección está conformada por diseños de la mismísima Kate, aunque reconocen que trabajó en conjunto con el equipo de Topshop…uhmm.
La mercadotecnia puede ser infinitamente bondadosa o despiadadamente persuasiva.
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Me pregunto bajo que condiciones se encontraba la modelo mientras posaba, parece que algunas líneas la inspiraron. Es horrible el trabajo realizado.
Coincido, ese look desaliñado no le va mucho… aunque caray, la sensualidad no se le discute